Blonde: una cinta de mártires
Actualizado: 17 oct 2022
La nueva película de Ana de Armas ha resultado polémica desde su estreno: con multitud de opiniones y muy dispares entre ellas
Blonde es el último filme dirigido y guionizado por Andrew Dominik, estrenado este mismo año en la plataforma de Netflix. Cuenta con Ana de Armas como protagonista, acompañada por un reparto estelar en el que se incluyen Adrien Brody o Bobby Cannavale. La historia se basa en la novela de Joyce Carol Oates que le da nombre, en la que la autora reinterpreta e imagina la vida de la actriz en base a eventos reales. Para ello, recurre a la diferencia entre la idolatrada Marilyn Monroe y Norma Jeane Baker (su nombre real), para mostrar la agonía detrás del espejismo de fama y glamour.
No se puede decir que la prioridad de esta crítica haya sido la imparcialidad, evitando cualquier sesgo, cuando precisamente lo llamativo de Blonde es la grandísima polémica que ha suscitado entre el público. Las opiniones se dividen entre quienes la consideran una obra maestra y aquellos que la ven grotesca e innecesaria. Entre los que la conciben como el retrato magno sobre Marilyn Monroe y los que ven mancillada su imagen.

Sin duda, la obra es arriesgada y experimental en cada parte que la compone, lo que ha desatado cierto rechazo. La crítica nace de momentos como los abortos del personaje, que rozan, según algunos, la propaganda provida por la manera de mostrarlo, aunque también las excesivas escenas de desnudez de la actriz o la brutalidad de algunas escenas de violencia. En general, lo más repetido por sus detractores es que "es demasiado": la película cruza la línea a la hora de contar la historia llegando a ser incómoda de ver.
Algunas de estas críticas tienen fundamento, aunque no hay motivos para pensar que la intención detrás de ello sea política o de prostituir aún más al mito, sino un intento fallido de crear tensión en el espectador. Una misma historia puede contarse de mil maneras distintas, por lo que el problema no necesariamente es la trama en sí, sino más bien el guion. Hay un error a la hora de concebir a la protagonista, y es pensar que un personaje será complejo sólo por estar atormentado.
De este modo, vemos a una Marilyn cuyo abanico de emociones se reduce a estar de luto o agonizando, dando lugar a un personaje unidimensional; sin espacio para desarrollar un vínculo con el espectador. De hecho, el único momento optimista llega tras la hora y cuarenta y siete y se produce, evidentemente, como antesala de la tragedia final. La película no peca de ir demasiado lejos sino, precisamente, de quedarse corta a la hora de representar un duelo sin matices ni tregua para el que lo sufre. Se puede apreciar la intencionalidad de ello por cómo se saltan los momentos felices de sus matrimonios yendo directamente al desenlace o en diálogos demasiado simples: pensados para la lágrima fácil.
Aún con todo, no se puede decir que Blonde sea una mala película en absoluto: las actuaciones magistrales de los actores les hacen merecedores de ovaciones y galardones, especialmente la de Ana de Armas, que se mimetiza con la estrella de cine de forma sublime, llegando a confundirse con ella. O Adrien Brody, que consigue ser el único refugio con el que cuenta Norma Jeane. Todo ello presentado con una fotografía excepcional, con unas transiciones fluidas y unos planos que aunque en ocasiones sean arriesgados, crean el ambiente perfecto. De esta manera se crea una composición que hasta una persona que desconoce la técnica que hay detrás puede ver que es brillante. Sólo por ello, merece la pena ver la película.