El XXXI Festival de Teatro de la UPM arranca con esta extravagante representación
Todos los que hemos trabajado alguna vez con personajes en nuestras manos, ya sea como directores, guionistas o actores, tenemos por dentro un sentimiento de que esa creación, nuestra o no, no nos pertenece. Casi como si pudiera andar fuera del papel. Si bien pedimos prestados sus pasos, su voz y su cuerpo durante la duración de la obra, nunca seremos ellos. Este es el dilema que nos plantea la compañía de teatro No es culpa nuestra con su más reciente estreno: La Función Por Hacer.
La obra, originalmente escrita por Miguel del Arco y Aitor Tejada, basada en una obra de Luigi Pirandello y dirigida en esta ocasión por Cristina López, Javier Paulino y Roberto Blanco no es nada más y nada menos que un meta-meta-teatro.
La presunta función que nosotros, como espectadores, hemos ido a ver es interrumpida por un grupo de desconocidos que afirman ser personajes a los cuales el autor no ha querido dar historia. Pese a la insistencia de la actriz original (interpretada por Claudia Ahumada) de que abandonemos la sala y reclamemos nuestro dinero, su compañero (Mario Esteban) nos contagia su curiosidad. Si te quedas, como todos hicimos, seréis testigos del drama de una familia cuyos integrantes se dividen en querer vivirlo de nuevo o solo olvidar que paso.
En un coloquio posterior a la obra, la directora confiesa que estos personajes reflejan la mentalidad del público ante la llegada de los extraños, lo cual me pareció una forma muy ingeniosa de involucrarnos. Aunque si hablamos de involucrar a los asistentes, la disposición en cuadrado de la silla y la ruptura de la cuarta pared dicen todo por nosotros. La escenografía simple nos sube al escenario y deja el enorme salón de actos de la facultad de INEF como tierra de nadie. Incluso a momentos sientes que tu intrusión en el escenario te hace un personaje más de lo representado.
Sobre la actuación del elenco, grave sería no mencionar la inmaculada actuación que dejó en el escenario Alicia Fraguas. Incluso con una emoción tan compleja como es el duelo y el, en mi opinión, escaso tiempo que pasa siendo el foco de atención, consigue cautivarte y alejarse goteando una pena inmensa, no solo por su historia sino por el autor que nunca quiso contarla. Eme Revenga es su antítesis, llegas a despreciar para luego compadecer a su personaje tan diferente de la actriz. Si luego la oyes hablar, solo te queda admiración por cómo enfoca y vive su labor en el escenario. Y que todos sabemos que a nosotros sí nos entraría la risa haciendo esa escena.
Siendo sincera, hubiese reducido, o mejor, redistribuido el texto de Hermano mayor. Creo que la audiencia capta la idea desde el principio y algunos recordatorios pueden ser innecesarios. Esto resulta en que Sergio Muñoz, quien carga con un gran peso narrativo de la historia, no se luzca como podría hacerlo tirando más de acción y menos de palabra. Más de acción que de palabra es Jorge García, el Hermano menor. Aunque pase desapercibido al principio, estad atentos a él, viene cargadito de sorpresas.
Si por pasión, estudios o trabajos, estás en contacto con la creación o interpretación de personajes, esta obra es imprescindible. Además de que el amor que el equipo humano ha puesto en esta idea es innegable, saldrás de allí queriendo entrevistar a todos tus personajes y sintiendo que le debes algo a los que nunca llegaron a tocar papel. Igual si les debes algo y esta es tu señal para traerlos a la vida y que no arruinen las obras de los demás. Solo me queda decir que La Función Por Hacer es Cautivadora, inmersiva y está llena de dudas que querrás resolver tú mismo. Yo de vosotros no me perdería su segundo y último fin de semana de funciones porque por tres euros te llevas un teatro y un dilema al que dar vueltas toda la noche.
-Crítica escrita con la participación de Chabi Collado-