Derechos al BOE
El Congreso aprueba definitivamente la ‘Ley Trans’, que pasará a ser efectiva con su publicación mañana en el Boletín Oficial del Estado
Rodrigo Sorogoyen, director de As Bestas, recogía el pasado sábado algún que otro galardón por su reconocida película entre comentarios de los asistentes a la gala por el color de sus uñas. Hubo que fijarse bien, y esperar a que las cámaras captasen el momento exacto en el que el cineasta levantaba el galardón, para darse cuenta de que los colores que lucían sus uñas eran el blanco, el rosa y el azul. Aquel gesto, un tanto opacado por el discurso de la viuda de Carlos Saura y los diferentes alegatos por la sanidad pública, tenía un destinatario muy claro: el Congreso de los Diputados, donde ayer jueves 16 de febrero se votaba la aprobación definitiva de la Ley Trans y la nueva regulación del aborto.

En concreto, la cuestión trans ha sido, desde la conformación del gobierno de coalición allá por el 2019, un punto de fricción constante entre los socios que lo conforman: PSOE y Unidas Podemos. Y de hecho, a los socialistas les ha costado una importante crisis interna entre un sector del feminismo, reticente a cuestiones que el Ministerio de Igualdad de Irene Montero consideraba líneas rojas -como la autodeterminación de género- y el resto del partido, que se ha saldado con episodios como el de la histórica dirigente Carmen Calvo votando de forma diferente al resto de su grupo parlamentario en la primera votación en el Congreso o la de la activista trans Carla Antonelli abandonando el partido por considerar que se estaba intentando, sin éxito, dilatar en el tiempo la aprobación de la ley.
La regulación que se ha aprobado hoy contiene una serie de cambios que van destinados a evitar una práctica que estaba normalizada en nuestro país: tratar a las personas trans como pacientes con un trastorno que necesitaban de un médico que las tratase y de un tratamiento que seguir. Como sociedad considerábamos que un médico debía decirle a otra persona lo que era o no, o que no podía ser de un género diferente al que le asignamos cuando nació -fijándonos, por cierto, únicamente en sus órganos- si no tomaba determinados medicamentos. Afortunadamente, también como sociedad, hemos considerado que era hora de avanzar, de dejar de poner trabas a unas personas que ya sufren bastante con sus propias luchas internas como para tener que enfrentarse también a una sociedad que les exige continuamente que demuestren quienes son, quienes han sido siempre.

Algunos de los avances de la ‘Ley Trans’ van en esta línea, encontrando, por ejemplo, que una persona mayor de 16 años podrá cambiar su sexo en el registro con únicamente la declaración de voluntad o la posibilidad de que los menores que tengan más de 14 años puedan hacerlo acompañados de sus padres o tutores. Además, se recogen una de las demandas más recientes del colectivo: el reconocimiento de la existencia de los niños trans, a través de la posibilidad de que estos puedan cambiar su nombre en el DNI.
Las personas trans no van a ser las únicas beneficiadas directamente de la aprobación de esta legislación, pues en la ley se recogen además disposiciones dirigidas a defender los derechos de otros colectivos integrantes de la comunidad LGTB. Por ejemplo, se prohíbe por ley la realización de las mal llamadas ‘terapias de reconversión,’ llevadas a cabo por gurús que creen que la transexualidad o la homosexualidad son patologías a curar a través de terapias que imparten, sin formación alguna para ella, destinadas a culpabilizar a la persona de lo que sufre y a “curarle” como si de una dolencia se tratase. Se prohíbe igualmente la modificación genital a la que se somete a las personas intersexuales en menores de 12 años, autorizando la posibilidad de que estas se lleven a cabo a partir de esta edad y hasta los 16 si el menor lo solicita. Adicionalmente, se crea un régimen de infracciones para perseguir los actos de discriminación contra las personas LGTB a través de sanciones que podrían llegar a los 150.000 euros.

Esta normativa también ha querido entrar en el ámbito de la ayuda a la reproducción o reproducción asistida, que en el caso de parejas formadas por personas lesbianas, bisexuales o trans tendrán garantizado el acceso a los métodos de reproducción asistida. Además, las mujeres lesbianas y bisexuales podrán inscribir a sus hijos como tal sin necesidad de estar casadas.
Por último, pero no por ello menos importante, la Ley Trans pone el foco en un aspecto tan polémico como relevante: la educación, garantizando que en las aulas se imparta un conocimiento y respeto a la diversidad sexual y familiar así como una educación afectivo sexual de calidad. Hay grupos parlamentarios que en esto no ven más que un intento de adoctrinamiento, llegando, por ejemplo, a decir en el pleno de hoy una diputada de VOX que el “alarmante” número de casos de personas homosexuales y transexuales que estamos viviendo en el día de hoy se debe al “adoctrinamiento” que el Gobierno quiere introducir en las aulas. Es una prueba viviente de que hay quien cree, en pleno 2023, que hablar de homosexualidad en las aulas crea homosexuales. También hubo un “alarmante” aumento del número de zurdos en España cuando se les dejó de atar la mano a la mesa al escribir, pero no se puede establecer mucha correlación entre dejar de atar manos y que nazcan más niños zurdos. Si algo está claro es que, por más que muchos crean que hablar de homosexuales hace que estos crezcan como setas, los niños homosexuales, trans o bisexuales (entre otros) dejarán de verse como una especie rara de la que no se habla, como un tema que molesta y por tanto se evita. Se trata, simplemente, de dar naturalidad a lo natural.