Explicar el Peronismo es como poner en palabras en amor
Descifrando la política argentina de cara a las Elecciones preidenciales del domingo
El oficialista Sergio Massa, que promete actualizar y transformar la izquierda argentina, que tantos años lleva reciclándose, se enfrentará a una derecha que afirma el agotamiento del peronismo este domingo, curiosamente tan solo cinco días después del 78 aniversario del Día de la Lealtad, momento fundacional de esta corriente política que ha definido los últimos 70 años del pueblo argentino.
Proyectar un análisis sobre un panorama político históricamente basado en la equidistancia peronista resulta cuanto menos complicado. Hemos de ser muy prudentes, pues el peronismo es la experiencia política y social que ha edificado la identidad de un país entero. Es difícil trasladar esa experiencia identitaria a nuestra realidad política, y lo es mucho más no caer en el error de hacerlo desde el ególatra eurocentrismo.

La corriente, forjada por Perón, ha reflejado el dolor y la lucha de la clase trabajadora, dando lugar a lo que sería, por aquel entonces, la única clase media en una América Latina profundamente empobrecida. Más allá de ahí, no resulta sencillo de definir, pues tratar de explicar el peronismo es como intentar poner en palabras el amor. Si preguntas a un argentino, te dirá que peronismo es alegría, es entusiasmo, es cielo despejado e, incluso, que es asado; todos, sin lugar a duda, fieles representaciones de lo que para ellos es el romanticismo.
Sin embargo, la facción antiperonista te dirá que el peronismo es el causante de todos sus males, ¿y acaso no es esa otra forma de manifestar lo que es el amor? Esta pasión que mueve al pueblo argentino da lugar a una forma de concebir la política que se aleja de la simple realidad española, donde el debate se reduce a izquierda o derecha.
Para los argentinos sus convicciones confeccionan un espíritu identitario, motivo que hace que los sondeos entre los principales candidatos sean tan igualados, dejando a Massa (29,6%) a tan solo un punto del sensacionalista y temido ultraderechista Milei (30,6%), quien propone “aplicar la motosierra al Estado”, lo que ha parecido despertar el interés de los sectores de clase media baja, hastiados de vivir en un país en un constante declive desde hace 20 años y en el que no parecen ser escuchados.

Buena parte del pueblo argentino concibe a Milei, que ha captado una gran cantidad de adeptos de base peronista, como la mejor opción para castigar a las instituciones políticas; mientras que la tradicional clase política peronista concurrirá a las elecciones con un candidato que parece defender todo aquello por lo que son criticados. Por ese motivo, Milei representa, por primera vez, una verdadera amenaza a la izquierda en el país tras doce años de hegemonía.
Esta campaña electoral demuestra que Argentina ha cambiado para siempre, situándola en el panorama electoral más incierto de su historia, ya que no podemos determinar con precisión quien se alzará ganador, aunque podemos afirmar que sea quien sea, el título de gobernador le será otorgado como un regalo envenenado. La hiperinflación, el disparo de la pobreza o las negociaciones con el FMI (Fondo Monetario Internacional), constituyen sin duda una bomba de relojería que aún no podemos prever en qué manos caerá.