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Italia, tumba política

¿Será capaz de romper la maldición que tritura las carreras de sus primeros ministros?

Giorgia Meloni, Mario Draghi, Giuseppe Conte y Paolo Gentiloni. Atrevámonos a afirmar que la mayoría no conocen estos nombres, exceptuando el primero por supuesto, debido a su reciente nombramiento como primera ministra de Italia. Esto nos lleva a tratar el tema de la vida política en la nación, la cual consideramos una tumba política. Como principal evidencia presentamos el desconocimiento de dichas personalidades, pues ninguna llegó a finalizar su mandato.


Estos 4 individuos son los últimos jefes de gobierno de la nación italiana, cuyas elecciones se celebran cada 5 años en circunstancias normales. Un hecho sorprendente es que el más antiguo de ellos, Paolo Gentiloni, inició su legislatura en 2016, lo que significa que en los últimos 6 años el país ha pasado por 4 líderes distintos cuando, según su constitución, deberíamos encontrarnos en el inicio del segundo mandato.


¿Por qué ningún líder finaliza su legislatura? ¿Casualidad y desafortunada incompetencia de todos los candidatos? ¿Inestabilidad sistémica? ¿División en la población? ¿Demasiada dificultad en las decisiones a tomar en nombre de la nación? Estas son las preguntas que surgen una vez planteada la situación.


Comencemos por el principio, Paolo Gentiloni. Tras una satisfactoria y brillante carrera política, con numerosas victorias electorales comenzando por el ayuntamiento de Roma hasta el Parlamento nacional, fue nombrado ministro de asuntos exteriores en 2014 por Matteo Renzi y el Partido Democrático. Su imagen como representante de los italianos y de la fortaleza de Italia fue plasmada en su intervención ante la Unión Europea, mostrándose dispuesto a luchar en Libia contra el Estado Islámico tras un ataque terrorista que atemorizó al país. Estos hechos llevaron a los italianos a depositar su confianza en Gentiloni de tal forma que, tras la dimisión de su predecesor (el cual llevaba únicamente 34 meses en el poder) en 2016 fue nombrado Primer Ministro. Como podemos comprobar, su llegada al poder, tras una previa dimisión, también refuerza la premisa del cementerio mandatario.


¿Cómo es posible que un comienzo tan potente como protector de Italia intransigente con las amenazas terroristas y una victoria aplastante tuviese un final tan temprano con su renuncia en 2018?


Paolo Gentiloni. Fuente: Alessandro Bianxhi

Fue el presidente italiano quien pidió a Gentiloni que formase gobierno en una situación de fuerte crisis bancaria, con la intención de que su gabinete fuese capaz de "sacar adelante una ley electoral" (según Mattarella presidente de la república en aquel momento). En los 2 años siguientes fue aplaudido y al mismo tiempo criticado por su discreción. Fue la propia Giorgia Meloni quién pronunció las palabras "todo cambia para que nada cambie" aludiendo a las similitudes entre el primer ministro y su predecesor. Fueron estas criticas y la incapacidad de encontrar soluciones para los problemas de la nación los que llevaron al primer ministro a dimitir en 2018.


A continuación, comenzó el gobierno de Conte, conocido como el Gobierno del Cambio por la coalición de 5 Estrellas y la Liga. Sin embargo, este gobierno finalizó en 2021 con un voto de confianza y final renuncia.

Conte se vio obligado a tomar medidas para mitigar la misma crisis que se apoderó de otros antes que él. Su política contra el negocio de la inmigración, presentada como un cambio radical para la Italia del momento, no fue suficiente para vencer la maldición política de la península mediterránea.


La despedida de su sucesor y primer ministro más reciente fue en tono familiar, con su famoso "hasta luego, chicos". Draghi presentó su intención de informar antes que aconsejar al próximo en ocupar el cargo, diciendo que dejaba con su marcha un dossier con los problemas que se debían enfrentar, a pesar de que él mismo no pudiera haberlo hecho.


Draghi supone el claro ejemplo de cómo la maldición presentada anteriormente supuso la caída del éxito de uno de los políticos más influyentes en Europa, principalmente conocido como el salvador del Euro en su paso como presidente del BCE.


Durante su legislatura logró un verdadero milagro, reducir la dependencia del gas ruso como respuesta a la guerra en Ucrania. Aunque sus acciones no evitaron la pérdida de apoyo de algunos partidos lo cual le llevo a su prematura dimisión este pasado mes de julio.


Finalmente alcanzamos el gobierno actual presidido por Meloni, el cuál también nos muestra la intención del pueblo de encontrar una solución para tan peligrosa inestabilidad política, pues escogieron a una candidata tan distinta de sus predecesores.

Meloni jura el cargo como primera ministra italiana. Fuente: laSexta.com | EFE

Estas brillantes estrellas de su profesión fueron apagadas por el jarro de agua fría que supuso el gobierno de este país. Cabe preguntarse si viviremos un nuevo cambio gubernamental en los próximos años o si, por el contrario, Meloni será la primera en escapar esta imprecación y saldrá indemne y victoriosa de su legislatura con los tiempos establecidos por la constitución italiana.


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