Operación: “Salvar al soldado torie”
Rishi Sunak es ya el nuevo líder de los tories y se enfrenta a la mayor crisis institucional y orgánica desde mucho atrás
Ya es oficial, el Reino Unido ha tenido en menos de un año tres inquilinos en Downing Street. El prometedor nuevo líder ya ha sido ungido por Su Majestad Carlos III y toma las riendas de un Reino Unido sumido en el caos. Su recorrido parece comenzar mejor que el de su brevísima sucesora, pues el Jefe del Estado sigue vivo y los mercados se muestran más confiados con su llegada. Sin embargo, lo que verdaderamente será determinante será su capacidad para afrontar la grave crisis que se cierne sobre la Gran Bretaña.

Podría decirse que Sunak es un personaje demasiado extravagante para ocupar el cargo de primer ministro, pero si tenemos en cuenta que uno de sus predecesores fue el polémico Boris Johnson, esto pasa a un segundo plano. Decía ‘La Vanguardia’ que es un hombre que viste trajes a medida de entre 3000 y 5000 euros y zapatos por valor de 500. No está claro que este perfil es el mejor para gestionar una crisis que estrangula a las familias más vulnerables. Sin embargo, el sistema que ha encumbrado a Sunak es uno de los modelos representativos más longevos, por lo que su efectividad está garantizada, (o por lo menos la ha estado hasta ahora).
El primer ministro está demostrando un talante mucho más moderado y sosegado, podría decirse que hasta tranquilo, que el que habían venido utilizando sus antecesores. Rishi es el prototipo de hombre de la élite económica y social británica. Esto no es una casualidad, los tories siempre han sentido predilección por los líderes impecables y modélicos, valga como ejemplo la “Dama de Hierro”, la tan aclamada Margaret Thatcher. Podríamos decir que Sunak supone la vuelta de un premier “a la vieja usanza”, como lo hubiesen sido David Cameron y sus predecesores.
May, Johnson y Truss han sido todos primeros ministros de tránsito, ninguno de ellos ha sido capaz de cumplir con la responsabilidad que los británicos depositaron en ellos. May bailaba bien, pero no fue capaz de cumplir con la misión que le dejó Cameron después de abandonar el barco; Johnson, con sus excentricidades y sus locuras, acabo sepultado por saltarse sus propias restricciones después de su mayoría absoluta y lograr su tan ansiado Brexit; y qué decir de Truss: nunca nadie había sido capaz de provocar tanto rechazo en tan poco tiempo dentro de su propio partido.

Ahora, el horizonte del antiguo imperio es de todo menos halagüeño. La crisis inflacionaria mundial, los precios de las materias primas, la crisis de abastecimiento, la frontera con Irlanda del Norte y el referéndum en Escocia son algunos de los principales problemas que afrontará Sunak y el Reino Unido después de Sunak. La pregunta ahora es, ¿Cuánto tiempo estará el millonario británico a los mandos del país? Sus antecesores, ninguno de ellos, logró salir como primer ministro después de unas elecciones y acabar su legislatura completa. Sunak, ya nace manchado por el mayor pecado democrático, que es ser primer ministro sin haber sido el candidato en ningunas elecciones.
Siendo francos, Sunak no parece que vaya a ser capaz de solucionar la tremenda crisis institucional y el descrédito internacional en la que se encuentra sumido el Reino Unido. Sumadas, la crisis económica, institucional y de descrédito internacional, son el cóctel perfecto para el hundimiento de los tories en las encuestas. Son pocas ya las esperanzas de los tories de mantenerse en el poder una legislatura más. Todas las encuestas apuntan ya a una mayoría absolutísima de los laboristas, que obtendrían más del 50% de los votos y más de 400 escaños en la Cámara de los Comunes, que cuenta con 600 miembros. El batacazo electoral de los tories sería tal, que podríamos catalogarlo de “ERE”. La enorme cantidad de cargos que se quedarían en la calle podrían sumir al partido conservador en una nueva crisis, una crisis de financiación orgánica.
Todas estas razones permiten explicar el porque de la resistencia titánica que ejerce el partido gobernante para evitar la convocatoria de elecciones. Su gran problema ya no es perder el poder, en cierta medida esto ya lo deberían haber asumido. Sin embargo, tamaño golpe solo provocaría que la vuelta al poder de los azules fuera mucho más difícil. Con esto en consideración, comienza la operación: “Salvar al soldado torie” (bautizada así por el propio redactor). Los conservadores se sumergen ahora en una carrera de resistencia donde cada movimiento cuenta. Sunak se encuentra ante una espada de Damocles forjada por su propio partido y que podría acabar degollándolo.

Aun así, el nuevo premier ha elegido el buen camino. Su nuevo perfil más moderado, el mostrarse conciliador y preocuparse por las clases más desfavorecidas, le aleja de los populismos y las ideas radicales de aquellos que han provocado está situación. Gobernar teniendo la opinión pública en contra puede convertirse en una tarea difícil, pero puede ser algo beneficioso también. Si ya sabe que va perdiendo, puede centrarse en reformas impopulares que en el medio-largo plazo decanten la balanza a su favor. Pero claro, esta apuesta podría provocar que acabe convirtiéndose en Rishi Truss, lo cual pondría punto final a la etapa de gobiernos conservadores en el Reino Unido.
Se desconoce cual será el camino que tome el nuevo mandatario. Lo que si que se puede decir es que solamente existe una salida que realmente devuelva al pueblo el poder que el sistema democrático británico le concede. Resulta vergonzoso que los políticos británicos hayan elegido a dos primeros ministros sin que estos pasasen por el proceso normal para alcanzar el cago. Solamente unas nuevas elecciones que le den la victoria a los laboristas y constaten la alternancia de gobiernos, permitirán recuperar la normalidad democrática en Reino Unido. Los tories pretenden aguantar hasta la convocatoria natural en el 2025, pero el daño que han perpetrado al modelo de democracia británica va a ser muy difícil de reparar.

Si no son capaces de darse cuenta de que su momento ha acabado, de que los británicos quieren que su voz vuelva a decidir quién les gobierna, entonces estarán acometiendo el mayor golpe a las libertades políticas en el Reino Unido de los últimos años. Viciar el sistema y llevarlo al límite no demuestra su efectividad, como muchos afirman. Lo que provoca es que las imperfecciones sean mucho más notables y la población acabe desconfiando del propio sistema devaluando la calidad del mismo. Con todo esto expuesto, queda claro que la verdadera solución a la crisis institucional pasa por convocar elecciones anticipadas. Ahora bien, ¿Y la crisis económica? Eso es ya es otra cuestión, pero lo que no se puede negar es que jugará un papel fundamental en el desarrollo del Reino Unido durante las próximas décadas.