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Cóctel explosivo de violencia

La muerte del joven Nahel de 17 años, a manos de un policía, ha provocado graves disturbios en varias ciudades francesas aumentando la tensión social

Antidisturbios durante los incidentes en Nanterre. Fuente: El País

La noche transforma a las personas, para bien o para mal. En este caso, para peor. Quizás, la oscuridad hace que las personas -con ganas de delinquir- se sientan más protegidas por la carencia de luz, o simplemente es una casualidad. Lo cierto es que de la manifestación realizada por la tarde a las protestas de la noche hay un mundo de diferencias. Si el motivo de las protestas es el mismo, la forma de “luchar” debería ser similar o, por lo menos, no debería ser violenta. Esto es lo que ha sucedido durante varias noches en numerosas ciudades francesas a causa de la muerte de Nahel, joven francés de origen argelino, tras un disparo fatal en un control policial.


Manifestarse o protestar por algo que se considera injusto es legítimo, ya que el derecho a la libertad de reunión pacífica y a la libertad de expresión se encuentran recogidos dentro de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Pero tomarse la justicia por su mano para lograr justicia no es legal, pues la persona incurre en un delito de realización arbitraria del propio derecho.


La muerte de Nahel es un motivo claro de protesta ante el creciente abuso policial que se está observando en ciertos países como Estados Unidos o Francia, y en la mayoría de los casos contra personas pertenecientes a minorías como inmigrantes o personas de raza negra. Pero hay maneras y maneras de hacerlo.


Las imágenes que se están viralizando por redes sociales son más propias de una guerra que de un país desarrollado como Francia en el siglo XXI. Tan bélica se ha vuelto la situación que en algunas ciudades se han desplegado vehículos militares y se han establecido toques de queda, con el fin de mantener el orden público en las calles francesas. Estas protestas francesas están a otro nivel, pero las imágenes son similares a las que se vivieron en los disturbios de Barcelona en 2019 por la independencia de Cataluña.


Disturbios de Barcelona por la independencia de Cataluña en 2019. Fuente: El Periódico

Ni los 45.000 agentes desplegados en todo el territorio galo ni las más de 1300 personas detenidas durante los disturbios han calmado los ánimos de los manifestantes. El caos generado por las cargas policiales y los disturbios ha sido aprovechado por los black bloc -bloque negro en español, una táctica de manifestación donde sus participantes llevan ropa negra para evitar ser identificados para arrasar con todo lo que se les cruzaba. Desde la quema de vehículos propios, robos de camiones de bomberos o autobuses, alunizaje de un supermercado Lidl en Nantes, intento de robo de un cajero automático con una radial, saqueos de tiendas de ropa y de electrodomésticos, intento de incendio del ayuntamiento de Clichy o el incendio de la biblioteca más importante de Marsella.


Bomberos apagando el fuego de un coche en llamas. Fuente: El Español

Lo que están haciendo estos antisistema es intolerable. A ellos les da igual reivindicar y luchar por Nahel y los derechos sociales, lo único que les importa es destrozar todo lo que ven. ¿Qué porcentaje de culpa tienen las personas cuyos coches estaban aparcados y han sido destruidos? Ninguno. ¿Qué culpa tienen los dueños de los comercios arrasados por estos delincuentes? Ninguna. ¿Por qué incendian y destrozan lugares públicos como bibliotecas o las mismas calles? Porque son unos energúmenos y han visto la ocasión perfecta para hacer lo que más les gusta: armar jaleo. No hace falta ni decir que reparar todos los daños causados supondrá millones de euros que vendrán del estado francés al que tanto repudian.


Francia es, ahora mismo, un barco que se está agrietando por todos lados. Tiene que agachar la cabeza ante las oleadas de críticas por este presunto caso de abuso policial y racismo; y además, debe soportar cómo la imagen idealizada de su nación como destino turístico se transforma en inseguridad en las calles.


El policía que mató al joven de 17 años ya se encuentra en prisión y acusado de homicidio voluntario. En una entrevista en la televisión francesa, su abogado, Laurent-Franck Lienard, ha afirmado que su cliente se encuentra devastado y que su intención no era matarle. Además, el letrado ha recordado que en Francia existe una ley por la cual los agentes de tráfico pueden usar su arma reglamentaria en aquellas situaciones que consideren peligrosas para su integridad. Mientras que la justicia francesa lleva a cabo las investigaciones pertinentes y hasta que no haya un juicio, se debe respetar la presunción de inocencia del acusado.


Si el objetivo de las manifestaciones es la búsqueda de justicia para Nahel, desgraciadamente no lo están logrando. Los disturbios están obligando a que las actuaciones policiales sean más duras y se tomen medidas más restrictivas, además de que el foco mediático internacional está puesto sobre los propios disturbios y no tanto sobre las manifestaciones pacíficas. Al contrario de lo que puedan pensar estos radicales, esta extrema crispación social hace un flaco favor a la justicia social.


"Marcha blanca" en Nanterre por Nahel. Fuente: El Periódico

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