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El Banco de España y el mercadeo con la mano de obra

El BE pide 25 millones de inmigrantes para poder garantizar el sistema de pensiones y asegurar una mano de obra menos costosa que la nacional


Pensiones y mercado laboral preocupan al BE. Fuente: EUROPAPRESS

A comienzos de la pasada semana, el Banco de España presentó los primeros capítulos de su informe anual, un documento en el que se recogen algunas consideraciones al respecto de la situación económica del país. El caso es que, según esta institución, España necesitará de 24,67 millones de extranjeros en edad de trabajar allá para 2053, en aras de "evitar el proceso de envejecimiento de la población y resolver los desajustes que podrían surgir en el mercado de trabajo español". España, dicen estos señores, precisa de casi 25 millones de inmigrantes para hacer mantener a flote el sistema de pensiones – como si eso fuese positivo – y para “resolver los desajustes que podrían surgir” en el mercado laboral de nuestro país.


La consideración que el Banco de España hace pública a través de su informe no puede, sino, preocuparnos. Esta sospecha no responde a una actitud de desconfianza, más bien, de certeza desde el momento en que permite entrever tras de sí un doble problema que, parece, ha pasado desapercibido. De la petición – como quien hace la lista de la compra – del Banco hay dos cuestiones que deben despertar una voz de alarma: por un lado, los siniestros intereses de los que dicen querer traer a 25 millones de personas para fines que, a priori, son muy loables. En segundo lugar, el inexplicable planteamiento de una solución equivocada frente al problema suscitado y la ausencia del enfoque correcto, séase este el siguiente: ¡tengamos niños!


Dice el Banco que nos hacen falta un total de 25 millones de personas en edad de trabajar. Tal necesidad – que no responde a cuestiones humanitarias – reconoce el propio Banco que sirve a fines económicos, es decir, para seguir aportando dinero al sistema de pensiones, sistema que no es sino una estafa piramidal de promoción pública que debe ser reformado. Junto con las pensiones, lo que se pretende es que esas personas que están por llegar ocupen determinados puestos de trabajo.


A pesar de que la petición del Banco se revista como buenamente se quiera pretendiendo con ello hacer menos burdo el sentido real que esconde el perverso anuncio y se engalane con brochazos de buenismo, la realidad es, en cierto modo, tremebunda. ¿Va España a acoger, promover y acompañar a 25 millones de inmigrantes? De no ser el acogimiento humano el motivo de dicha decisión, ¿a qué se debe entonces? ¿Qué se persigue con ello? En absoluto se busca una ayuda al prójimo. El motivo aquí es estrictamente económico, lo que priva a la consideración del Banco de España de cualquier presunción de bonhomía. No se pretende con ello humanizar nuestra sociedad acogiendo a nadie, sino aprovecharse de aquellos que buscan en el prójimo una mano tendida.


Estamos ante una auténtica mercantilización – una más – de vidas humanas. La idea que asoma tras este telón resiliente, progresista y no se cuántos palabros más es, sin duda, desoladora. Primero, queremos personas para trabajar; segundo, para que financien un sistema al que jamás podrán acceder y, por último, queremos inmigrantes en situación desfavorecida porque sabemos que se verán obligados a aceptar puestos de trabajo a cambio de una remuneración ridícula por la que un español no puede trabajar. Estamos ante una deliberada mercantilización de un grupo de personas a las que se pretende explotar laboralmente a cambio de un jornal denigrante.


Hace algunas semanas y con motivo de la ILP sobre la regularización de los inmigrantes ilegales en nuestro país, indicaba muy acertadamente Mons. Luis Argüello la necesidad de reflexionar y "cuestionar las corrientes culturales y políticas que dominan en el globalismo actual que utiliza los flujos migratorios y las políticas de salud reproductiva al servicio de un capitalismo moralista y uniformador que juega con los reemplazos poblacionales como forma salvaje de biopolítica". Lo que hace el Señor Arzobispo de Valladolid es, a fin de cuentas, resaltar la importancia de plantearse los intereses ocultos tras la oferta y demanda permanente de inmigrantes. ¿Quiénes quieren traer a quién? ¿Para qué? ¿Acaso responde a un ejercicio de humanidad o, más bien, de deshumanización?


Mons. Luis Argüello hizo una llamada a la reflexión sobre la situación de la migración en España. Fuente: ACIPrensa

Los mismos que hablan de la autorregulación del mercado pretenden intervenir en el mercado laboral con la inclusión masiva de una mano de obra a precio infinitamente inferior que la preexistente. La verdad sobre esta melopea es la demostración de que esa intervención consiste en buscar un desajuste en la coyuntura económica y laboral, una oportunidad para el empresario – debilidad del trabajador– desde la que conseguir una situación más lucrativa partiendo así, el que impone las condiciones contractuales, de una condición superior y más ventajosa.


Esos pocos poderosos que mercadean con las personas en busca de la mejor oportunidad para hacer dinero, pretenden servirse de 25 millones de inmigrantes no para darles una vida digna ni para poner en práctica ningún mandamiento cristiano, sino porque saben que la zozobra les permite remunerar de manera indigna a una persona en una situación desesperada a la par que continuar metiendo presión a los trabajadores españoles e incidiendo sobre los salarios nacionales. ¿Si puedo pagar menos a los de fuera, por qué voy a pagar más a los de dentro?


Esta última pregunta no puede hacerse en público como tampoco es posible revelar en crudo los intereses reales que se esconden tras causas "nobles y justas". Es necesario, por tanto, cambiar la apariencia exterior de la idea para que esta pueda convertirse también en una causa que determinados partidos políticos deseen abanderar y, en suma, el pueblo comience a demandar su realización. Jamás nos dirán “queremos a 25 millones de inmigrantes para pagarles una miseria”. Como con todo deseo ponzoñoso de nuestro tiempo, contemplaremos un alegato en favor de la inclusión social en el que se apele de manera permanente a las emociones y sentimientos de los consumidores – ciudadanos – de tal forma que la estrategia comercial permita así embaucar a una clientela abrumada ante el compromiso que estas políticas tienen para con los pobres, un compromiso que, como hemos visto, no solo no existe sino que responde a causas de mercado y en absoluto humanas.


Así con todo, de la mano de ese revestimiento terminológico y emocional, los mismos que en un primer momento se hubiesen llevado las manos a la cabeza con el planteamiento desnudo y sin adornos, terminan no sólo comprando la cantinela, sino ejecutando y llevando a cabo las pretensiones iniciales. Hablo aquí, por supuesto, de la izquierda española. Resulta incomprensible y desesperante que aquellos que se dicen de izquierdas no se rebelen contra los intereses de unos pocos y denuncien la explotación y el mero uso económico que se hace de los trabajadores. Ofrecen un salario denigrante a los operarios nacionales sabiendo que estos van a negarse a someterse al yugo del mercado y piden entonces, como el que hace un pedido por Amazon, a 25 millones de personas en situación de pobreza y dificultad porque estos últimos se verán obligados a aceptar tan diabólica imposición. Pero el mercado se regula solo, sí.


Es momento ahora, para que no padezcan ustedes más tiempo este innecesario desvarío, de afrontar la cuestión segunda que inicialmente planteamos, esto es, la incorrección de la solución propuesta por el Banco de España ante nuestros problemas económicos. Ciertamente, no tanto la incorrección como la ausencia de una parte de esta. De ello no solamente peca el Banco de España, que ha sido el protagonista en esta ocasión, sino que también y de manera permanente la hacen los medios de comunicación y los políticos. ¿Por qué hablamos de necesidad de población extranjera de manera permanente y no se hace una sola mención a la posibilidad de que nazcan más niños?


Estaría bien un titular que rezase "¡Necesitamos niños!", mejor aún, algo así como "Parejas españolas, ¡marchen a fabricar bebés!" ¿Por qué no se piden niños y sí inmigrantes? Quizás porque para los niños y las familias se necesita dinero mientras que con la mano de obra extranjera unos pocos hacen dinero. ¿A quién le interesa que no se enfoque el asunto sobre el número de niños que nacen sino sobre una mano de obra a la que deshumanizan y explotan? ¿Por qué no se intenta desde los ámbitos políticos revertir el drama reproductivo en España?


En Semana Santa hablé aquí de la situación poblacional nacional, denunciado los datos más recientes en cuanto a nacimientos en nuestro país. Parece lógico que con unos exiguos salarios no sea posible formar una familia, pero ¿por qué nadie plantea y exige como solución el pago de un sueldo digno para los trabajadores en vez de seguir alimentando el ciclo de los excesos capitalistas? Cuando el problema a solucionar debe ser resuelto por aquellos que generan precisamente esa deriva, las soluciones planteadas no irán sino encaminadas a crear un laberinto sin salida con la pretensión única de seguir obteniendo beneficios sin atender, en momento alguno, a la cuestión humana.  

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