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País Vasco, la eugenesia del electorado

Los resultados de EH Bildu se explican, principalmente, por dos motivos: la nueva generación de electores se decanta por la opción 'abertzale' y la masa electoral vasca ha sufrido un proceso de configuración ideológica


El candidato a las elecciones vascas de EH Bildu, Pello Otxandiano (izquierda y gafas), junto con Arnaldo Otegui (derecha) en un mitin de la formación abertzale. Fuente: Adrían Ruíz Hierro vía EFE

El domingo pasado, se celebró en España un nuevo festival democrático en el que se pudo festejar ese derecho elevadísimo del pueblo que es, ya casi, una realidad sacra: el voto. Esta vez, el turno era para Euskadi. Los vascos fueron a celebrar la participación ciudadana por mandato divino y acudieron a depositar su papeleta en las urnas. ¡Fiesta, el pueblo vota! Con el ansia ejerciente saciada, una vez cerrados los colegios electorales y finalizado el recuento, todos parecían tener motivos para estar satisfechos con los resultados. ¿Todos?¿De verdad?


El PNV había logrado resistir las embestidas de EH Bildu, consiguiendo así mantener el primer puesto – en cuanto a votos aunque empatando en escaños – en el parlamento vasco. Desde el partido nacionalista vasco, fundado por el xenófobo y supremacista Sabino Arana, se mostraban aliviados, más cuando las encuestas pronosticaban que perdería su hegemonía. Por su parte, EH Bildu, coalición de fuerzas abertzales, empataba en número de representantes con el PNV, obteniendo el mejor resultado de su historia en las elecciones autonómicas.


De entre el resto de fuerzas, todas ellas a mucha distancia, el PSOE consiguió mantener la tercera posición y será decisivo para la formación de gobierno, mientras que los populares se estancan aumentando unos pocos votos y obteniendo un representante más con respecto a los últimos comicios, pero sin lograr mejorar unos resultados que son, de nuevo, muy pobres para los de Génova. La sorpresa la dieron SUMAR y VOX. Los primeros entrando por primera vez en el parlamento vasco y los segundos manteniendo un diputado pese a que todas las encuestas pronosticaban la desaparición de los de Abascal en esta comunidad.


Resultado de las elecciones de 2024 al parlamento vasco. Fuente: Agencia EFE.

Sea como fuere, el caso es que todas las formaciones salieron a celebrar los resultados frente a la opinión pública, ¡todos contentos en la fiesta democrática! Sonrisas por aquí y sonrisas por allá, obviando por completo el reflejo desolador que las elecciones dejan sobre la sociedad vasca, la misma sociedad que ha colocado como segunda fuerza política – casi primera – a un partido incapaz de condenar la violencia terrorista de ETA y que ha llevado en sus listas electorales – esto es, pretendiendo que sean representantes del pueblo – a asesinos y criminales condenados por delitos de sangre. Sí, de sangre. En definitiva, exmiembros de una banda terrorista.


Haciendo un análisis precoz y sin voluntad de ahondar en una reflexión más profunda, podríamos concluir que la sociedad vasca ha hablado y ha decidido que sea EH Bildu uno de sus representantes mayoritarios. El parlamento es, como dirían los gurús políticos y siervos del sistema democrático, el reflejo de la esencia de un pueblo. La soberana masa popular ha hablado y ha decidido que EH Bildu tenga esta representación en su sede, lo que vemos en el parlamento vasco es, por tanto, lo que la sociedad vasca es en sí. Gracias a Dios, como no somos parte de esos gurús, sabemos que la realidad es, sin embargo, mucho más compleja y bien distinta.


El panorama político del País Vasco es el que es como resultado del experimento eugenésico al que ha sido sometida la masa electoral de este territorio desde distintos ámbitos. Entendiendo la eugenesia como lo que es, una disciplina que tiene como fin modificar la herencia genética de las personas para mejorar una raza o la especie, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que lo que se ha hecho con los electores en Euskadi no es más que una selección y configuración del elector medio como si de una operación de ingeniería genética se tratase; solo que, esta vez, no se ha mejorado a la especie humana sino que se ha alcanzado el límite máximo de la bajeza moral.


La distribución parlamentaria actual se explica, en parte, desde la limpieza poblacional que se ha venido acometiendo desde hace ya muchos años, una limpieza no tanto en lo relativo a la raza – aunque esto hubiese gustado y mucho a Sabino Arana, defensor de una raza vasca superior – sino, más bien, una limpieza de ideas. Se ha ido construyendo un perfil concreto de votante que permita dibujar un parlamento pretendido. El resultado es un cuerpo electoral aséptico dentro de las fronteras territoriales vascas. Llegados a este punto, cabe preguntarse entonces, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?



Comparativa de la tipografía del cartel electoral de EH Bildu con la simbología de ETA, evidenciando la "curiosa" similitud entre la 'E' del cartel con el logo de la banda terrorista.

Pues bien, los motivos son, principalmente, dos. El primero de ellos es el éxodo que el terrorismo etarra produjo, expulsando precisamente mediante el terror a miles de vascos de sus hogares. Si alguien no va a votar a Bildu – pensaría la izquierda abertzale – o, por aquel entonces, a Herri Batasuna y cualquiera de sus posteriores marcas como Euskal Herritarrok; quizás lo mejor para nosotros sea acabar con ellos. Para esto hay dos formas: o bien matando al que piensa distinto para que no vote, como se hizo durante setenta años; o bien consiguiendo que esos vascos que no van a apoyarnos abandonen Euskadi infundiéndoles terror o echando mano de la extorsión, la insufrible presión y señalamiento social, para lo cual el resultado es el mismo: que el que no va a votarme, al menos no vote a otro.


Sobre esto último habla el informe CEU-CEFAS, que considera que unos 180.000 españoles nativos se han ido marchando del País Vasco desde comienzos de 1977 hasta 2022 por razones políticas. "La región que más ha envejecido de España desde 1976 es el País Vasco, por la enorme caída de la fecundidad, bastante mayor que la media nacional, y por el éxodo vasco", señala el informe. Esto no se limita a la evidente consecuencia de que la gente dramáticamente ha tenido que huir de su tierra, sino que trae consigo un efecto futuro: también te aseguras de que los hijos, nietos y descendientes de aquellos a los que echas no puedan ejercer su futuro derecho a voto en Euskadi. Una limpieza poblacional en toda regla.


Como esto no es suficiente para obtener veintiocho asamblearios en el año 2024, la labor eugenésica debía centrarse, también, sobre la población que sí quedaría dentro de las fronteras vascas, pues esta terminaría siendo el futuro cuerpo electoral. Aquí, la semilla de la configuración ideológica mediante catálogo no es más que las incontables cesiones que se han venido haciendo desde el gobierno central al autonómico, principalmente, la madre de todas ellas: la Educación. El problema no es nuevo – pues ya lo hemos visto en Cataluña – y sí lo suficientemente antiguo como para que los resultados empiecen a ser ya más que palpables.


Tanto la complicidad como la aquiescencia – casi peor el no hacer que el hacer – de todos los gobiernos de la nación en materia de educación, explican que el 41,8% de los jóvenes vascos hayan votado a Bildu. En País Vasco – y en gran parte de España – muchos jóvenes no saben quién fue Miguel Ángel Blanco, no conocen el pasado de Otegui, a quien consideran un político más, como tampoco son sabedores del calvario que tuvo que sufrir Ortega Lara, a quien llaman fascista por militar en un partido político. Por supuesto, tampoco son conscientes de que ETA cometió más de 850 asesinatos, dejando un total de 2.600 heridos y casi 90 secuestrados.


Decenas de jóvenes, incluidos niños, participan en el homenaje al etarra Aranguren. Fuente: COVITE.

Una sociedad que vota casi mayoritariamente a un partido cuyas listas las conforman, en buena parte, exmiembros de una banda terrorista y condenados por delitos de sangre es, en definitiva, una sociedad tan enferma como adulterada. Y, por supuesto, nada de esto hubiese sido posible sin la inacción del PP y del PSOE, que han ido permitiendo, legislatura tras legislatura, que la educación en el País Vasco dé paso a un relato en el que los asesinos son héroes y los asesinados mero olvido.


Por eso, ha resultado cuanto menos sorprende escuchar al Partido Popular erigirse durante la campaña como garante del orden constitucional en Euskadi, más cuando han venido siendo eso que en derecho penal se entiende como cooperadores necesarios para llegar a esta demoledora situación. Ni la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, que hubiese permitido cambiar el ya peligroso rumbo del País Vasco, sirvió para demostrar esa condición de únicos defensores de “la que entre todos nos hemos dado”, esto es, la Constitución.


Por supuesto, no menos irrisorio resulta ver a representantes del gobierno actual – PSOE – escandalizarse cuando el candidato de Bildu, este hombre de apellido Otxandiano, no califica a ETA como un grupo terrorista. ¿Dónde han estado hasta ahora, señorías socialistas? Mejor aún, ¿con quién han estado pactando día sí y día también?, ¿se sorprenden de que el partido que incluye a terroristas en sus listas electorales sea incapaz de calificar a ETA como lo que es, un grupo terrorista?


Así y desgraciadamente, esta es la sociedad vasca que se nos ha quedado en pleno 2024. Como hemos dicho, sin olvidar que todo ello no hubiese sido posible sin la acción u omisión de todos los gobiernos centrales que han ido pasando y tras años de ejecución de un proyecto eugenésico, una estrategia dual consistente en, por una parte, la limpieza del votante vasco medio – mediante tiros en la nuca o mediante la expulsión de su tierra – y, por otra, un control absoluto de la educación que ha permitido, a su vez, crear un nuevo y pervertido relato de la historia. Ambas realidades han sido suficientes para diseñar un cuerpo electoral a medida. En definitiva, una sociedad que es, cada vez, más homogénea y dónde la moral brilla por su ausencia.


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