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Oligarquía y corrupción: retrato del poder en Rusia

Rusia no es solo el país con la mayor extensión territorial del mundo, sino que también se trata de uno de los lugares más corruptos debido a las dinámicas de poder que se llevan perpetuando desde la caída de la URSS


La corrupción es uno de los principales problemas de numerosos países. El desvío de fondos públicos por parte de las autoridades deriva en la falta de confianza de la sociedad en el sistema político, lo que desemboca en un debilitamiento del Estado. A escala global la corrupción es considerada como uno de los principales factores del bajo crecimiento económico de ciertos países, el cual desincentiva la inversión, reduce la prestación de servicios públicos y agrava la desigualdad social hasta el punto de que el Banco Mundial se ha referido a la corrupción como “el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social”.


Para entender las causas que han hecho que Rusia posea uno de los mayores índices de corrupción global es necesario comprender ciertos aspectos de su historia pasada y presente. En primer lugar, Rusia ha sido objeto de numerosos cambios políticos y revoluciones que han generado inestabilidad en un país donde la corrupción se ha convertido en un problema endémico presente en el aspecto político, económico y social.


La creación de la Unión Soviética fue de la mano de la formación de un aparato administrativo controlado por el Partido Comunista, que se convirtió en un sistema político acompañado de una clara falta de transparencia.  El nepotismo fue la tónica general usada para escalar en la cadena de poder del Partido, dándose al mismo tiempo grandes casos de corrupción en las altas esferas de la URSS. Tal y como afirmaba el líder comunista chileno Luis Corvalán en uno de sus libros; “la corrupción en la URSS era un fenómeno generalizado que corroía a la sociedad rusa”.


Mapa de la corrupción global. Fuente: Transparency Internacional


Sin embargo, no fue hasta la llegada de Gorbachov al poder a finales de los 80 cuando la mayoría de los casos de corrupción salieron a la luz. Gorbachov se caracterizó por buscar una mayor apertura del país a Occidente. Para ello, realizó una serie de reformas políticas y económicas como la perestroika o la glasnost. Esta última con el objetivo de lograr aumentar la transparencia y democratización de la sociedad rusa.


Se comenzó una liberalización de la prensa, reduciendo la censura a los medios de comunicación que había imperado durante años anteriores. Con ello se dieron a conocer numerosos casos de corrupción de dirigentes del partido, como el que llevó a la condena de 12 años por sobornos a Yuris Breznev, yerno del máximo dirigente soviético Leonid Breznev. Así como el “caso del algodón” que destapó las prácticas que falsificaban la producción de algodón en Uzbekistán y cuyos implicados fueron enviados a la cárcel.


Sin embargo, fue con la disolución de la URSS cuando empezó a formarse una élite política y económica que pasaría a controlar la nueva Rusia. La transición de una economía planificada al libre mercado trajo consigo el auge de una serie de burócratas cercanos a Boris Yeltsin, primer presidente de Rusia entre 1991 y 1999, que pasaron a controlar gran parte de la economía rusa. No fue solo el círculo cercano al presidente quien se benefició de la privatización económica, sino que el propio Yeltsin también se ha visto involucrado en varios casos de corrupción. Tal es el punto, que según varios analistas, la razón por la que dimitió de la presidencia fue por la amnistía que le prometió su sucesor Vladimir Putin.


Con la llegada al poder de Putin, el Kremlin publicitó una campaña para acabar con la corrupción y los excesos de las élites rusas, sin embargo, el sistema se ha perpetuado en el tiempo hasta la actualidad. Según datos de la National Anti-Corruption Commission (NACC), se estima que el volumen de dinero que termina desviándose de los fondos públicos está cercano a los 300 millones de dólares.


Concentración de la riqueza en varios países. Fuente: Statista


Asimismo, Putin se empezó a rodear de una serie de personas afines a su figura, quienes fueron ascendiendo poco a poco en la escala del poder. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en Yevgueni Prigozhin, el que un día fuera apodado como “el chef de Putin” debido a las empresas de catering que dirigía. Este llegó a convertirse en jefe de las fuerzas mercenarias rusas de Wagner, las cuales juegan un papel fundamental en varias partes del mundo actuando como una esfera de influencia. Sin embargo, todo cambió en el momento en el que Prigozhin empezó a cuestionar las decisiones de Putin y realizó una marcha hacia Moscú. Tiempo después, el avión en el que volaba sufriría un extraño accidente en el que fallecería.


Destapar la corrupción en el régimen de Putin no es tarea fácil. Numerosas organizaciones internacionales han denunciado las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo y la falta de libertad de prensa en Rusia. Al mismo tiempo, Alekséi Navalni fue una de las figuras claves de la oposición a Putin, destapando la corrupción del sistema, así como los lujos de los que disfrutaban los dirigentes del país. Tras un intento de asesinato con el agente nervioso Novichok, quien le indujo al coma en Alemania, fue detenido en Rusia, donde fallecería en prisión este pasado 16 de febrero de 2024.


Entre los oligarcas que se beneficiaron de la privatización del sistema tras la caída de la URSS encontramos a una serie de magnates que actualmente controlan la economía rusa poseyendo las principales empresas en sectores como la energía, las finanzas o la industria. Estas relaciones con el poder han permitido a los oligarcas amasar fortunas multimillonarias, como la de Roman Abramovich, quien fue dueño del Chelsea FC durante 19 años hasta que las sanciones impuestas por la UE y Reino Unido tras la invasión a Ucrania le obligaron a venderlo.


Lista de los oligarcas rusos. Fuente: Statista

Otro de los miembros de este selecto grupo cercano a Putin es Alisher Usmanov, el cual se trata de uno de los mayores accionistas de USM Holdings, un conglomerado de minería y telecomunicaciones que incluye a Megafon, el segundo operador de telefonía móvil más grande de Rusia. Usmanov llegó a amasar una fortuna de 18.400 millones de dólares según la revista Forbes. Actualmente, su patrimonio se estima en unos 11.500 millones de dólares debido a las sanciones por parte de los EE. UU, Reino Unido y la UE por sus vínculos con el Kremlin.


La invasión rusa a Ucrania ha provocado la reacción de Occidente imponiendo sanciones a muchos de estos magnates, quienes tenían gran parte de su fortuna invertida en acciones o propiedades en Europa. El efecto de las sanciones puede que sea limitado a la hora de persuadir a Putin de su idea imperialista rusa, sin embargo, para muchos de estos magnates ver como sus bienes e inversiones están congelados en Occidente si puede hacer que disminuya su apoyo al régimen ruso.


A pesar de algunos intentos para luchar contra la corrupción por parte de activistas y organizaciones internacionales el régimen de Putin puede seguir perpetuándose hasta 2030 debido a las elecciones presidenciales de marzo, en las que volvió a ser reelegido con un 87,3% de los votos, todo ello acompañado de numerosas denuncias por falta de democracia y libertad de prensa.


La corrupción en Rusia se ha convertido en un problema endémico anclado en las raíces del poder, la continuidad del sistema parece evidente, solo un giro en las dinámicas de la guerra en Ucrania o un anhelo de transformación social pueden cambiar el que hasta ahora se ha convertido en uno de los países más corruptos del mundo.

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